En el libro Freddie Mercury, la biografía definitiva, narran cuando la popular banda hizo una gira en el país nipón, donde se sintió cómo en casa, pero en particular fue a Freddie que lo percibió de manera especial.
Foto Freddie Mercury Japón
Así lo explican:
"Freddie no sólo se entusiasmó instantáneamente ante las legiones de fans de Queen; el propio lugar le embriagaba. ¿Qué mejor que un país antiguo y lejano para avivar su latnete sentido de lo exótico, sobre todo para alguien que se vioarrancado y apartado del suyo propio? Todo le fascinaba, desde la historia, las tradiciones y la cultura de Japón hasta su estilo de vida avanzado y tecnológico. Muy pronto iba a convertirse en un ávido coleccionista de porcelana y pintura japonesa, así como de otras obras de arte nipón.
El país y el hombre tenían muchas cosas en común. Al igual que Freddie, Japón era un cúmulo de contradicciones: una antigua curiosidad con una personalidad compleja y polifacética. A Freddie los nombres de las mil islas de Japón le sonaban como hechizos de magia: Hokkaido, Honshu, Kyushu, Shikoku. Se sentía atraído por los amables y estoicos japoneses, que habían sobrevivido a siglos de opresión feudal para emerger con tanta serenidad después de la Segunda Guerra Mundial. Freddie iba de aquí para allá, absorbiéndolo todo.
Se daba festines de sushi y sake,, regateaba comprando muñecas, kimonos de seda y cajas lacadas, frecuentaba las casas de baño de dudosa reputación y los kage-me-jaya (tetería en la sombra, popularizadas por los soldados estadounidenses) y pasaba largos ratos con las geisha- de ambos tipos- "
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