En su autobiografía, el entonces técnico del Pincharrata, reveló en detalles cuando supuestamente llevó Champagne al Monumental y era ese jugo para deportistas de manzana, cuando le consultó el cordobés Héctor Baldassi, juez del encuentro.
Foto Carlos Bilardo Gatorade
Así manifestaba el entonces DT de Estudiantes La Plata:
"En abril de 2003, los dirigentes de Estudiantes La Plata volvieron a buscarme, esta vez para levantar un equipo que tenia un pie en el descenso. Acepté por el amor que siento por esa institución que, en ese momento, estaba necesitada de muchos puntos para quedarse en Primera.
En la segunda fecha del torneo, fuimos al Monumental a enfrentar a River, que tenia un equipazo y se consagraría campeón. En la semana previa, todos los diarios y programas deportivos insistieron, dale que dale, con que el conjunto millonario ofrecía fútbol espectáculo y no sé cuantas cosas más. Como River va a desplegar fútbol espectáculo, me dije, vayamos a la cancha a disfrutar.
Ese día, conseguí una mesita plegable y una reposera del country y, mientras almozabamos en una parrilla de City Bell, pedí una botella de champán vacía, unas copas y una frapera. Cuando salimos a la cancha, armé todo, me serví una copa y me senté a gozar del show.
El arbitro, Hector Baldassi, antes de iniciar el encuentro se me arrimó a decirme que no podía tener alcohol en el banco. Le aseguré al oído "Quédese tranquilo, que no hay nada malo". No obstante, por orden de una fiscal, Claudia Barcia, la policía retiró todo lo que había llevado, menos la botella."Quédese uno conmigo, porque empieza el partido y no me puedo ir", les solicité. Cuando terminó el primer tiempo, el policía que custodiaba la botella fue conmigo a un vestuario que estaba vacío. Ahí, a los funcionarios judiciales les expliqué que la botella no tenia en su interior una bebida alcohólica, algo prohibido en las canchas de fútbol de Argentina, sino "Gatorade", un jugo para deportistas.
Les aclaré que conocía perfectamente las normas, ya que tenia más de 40 años en el fútbol y no me iba a arriesgar a llevar un producto restringido.
Los funcionarios no me creyeron y ordenaron secuestrar el envase, pero yo me negué hasta que fuera bien lacrado. Como no tenían lacre, fueron a buscarlo. Cuando lo consiguieron, pusieron el corcho y empezaron a lacrarlo. Como no estaba conforme, pedí que le pusieran más lacre. El funcionario se quejó, decía que que se quemaba los dedos. Firmada el acta, la botella fue secuestrada. A la mañana siguiente, fui al Juzgado con un perito, uno de los mejores analistas químicos de La Plata, y de ahí nos mandaron al laboratorio donde se hizo una centrifugacion y no apareció nada. Se determinó en efecto, no había champán ni otra bebida alcohólica en el interior del envase. Ocurrió que, cuando empece a preparar la botella, llené el recipiente con agua.
Uno de los mozos de la parrilla me advirtió que así no le va a quedar el color del champán. Entonces, sacamos el agua y colocamos Gatorade de manzana, con la misma tonalidad de que el vino espumante.
La causa quedó en la nada.
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