En el libro Lamar Odom, memoria, el nuyorkino reveló una tremenda caravana en Estambul liderada por Allen Iverson, que se sumaron todos los jugadores menos Tim Duncan.
Foto Team USA
Así lo explicó:
"Un día Allen Iverson y Stephon Marbury tuvieron una idea para burlar la seguridad y organizaron una salida nocturna solo con jugadores. Iverson era nuestro líder y el jugador más veterano de la escuadra. Todos le respetábamos y cuando abría la boca, lo escuchábamos. Era un héroe para muchos de nosotros. A todos nos flipaba, y procurábamos empaparnos de cada segundo que pasábamos a su lado. Era el puto amo.
Quedamos en el vestíbulo del hotel para nuestra salida nocturna de escaqueo y se presentó prácticamente todo el equipo al completo. LeBron, Carmello y Allen Iverson llevaban puestas camisetas blancas XL, de manera que cantábamos bastante. No fue la más clandestina de las operaciones, precisamente, pero de algún modo, once jugadores profesionales de baloncesto-todos excepto Tim Duncan- nos las ingeniamos para deslizarnos por una puerta lateral y subirnos a varios taxis apostados en fila a la salida. Por aquel entonces, el pivot de Utah Mehmet Okur, natural de Turquía, era el propietario de una de las discotecas más alucinantes del país. Estaba provista de una deslumbrante zona al aire libre y de un enorme interior de cinco plantas al que se podía llegar en barco.
Habia yates demenciales, de más de cincuenta metros de eslora, atrascados en los muelles de la parte de atrás. Entramos en el club con Iverson a la cabeza. Yo nunca había visto a tantas tías buenas en un mismo lugar. Habia mujeres de todas las razas, tonos de piel y texturas de pelo imaginables. El alcohol y la música retumbaba. Habia peña liándose por todos lados. Parecía una escena sacada de una película.
A las tres de las madrugada, Iverson había tenido suficiente y quería organizar el transporte de regreso al hotel para que no tuviéramos que espera ni arriesgarnos a que nos asaltaran. Sin embargo, tan pronto como pusimos un pie afuera, nos encontramos envueltos por un enjambre de paparazzi. Los flashes parpadeaban a lo bestia. Alguien se había ido de la lengua y nuestros entrenadores se enteraron de que estábamos allí. En cuestión de segundos, tres enormes furgonetas de seguridad NBA frenaron en seco a la salida del club. Los seguratas salieron del interior con cara de pocos amigos.
Se acabó lo que se daba. "
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