En su libro Lamar Odom, Memorias, el neoyorkino explicó su transferencia a Dallas Mavericks, para quemar sus últimos cartuchos con la pelota naranja. Aunque, lo que menos quería, era volver a adaptarse a un nuevo sitio.
Foto Lamar Odom Dallas Mavericks NBA
Así lo dijo:
"Sin embargo, a lo largo del verano de 2001, mi consumo de cocaína se disparó y me pasé casi tres meses sin tocar el balón. Llegué a la pre temporada de la peor forma. No era algo que me preocupara demasiado porque sabia que, si era necesario, redoblaría mi preparación física en poco tiempo.
Los desencadenantes de mi derrumbamiento estaban por todas partes: la muerte de mi primo, las exigencias del programa de televisión, el inminente ocaso de mi carrera baloncestista, las drogas y las infidelidades.
El pase a Dallas
El teléfono empezó a vibrar. Comprobé quién era: Jeff Schwartz, mi agente. Cuando respondí me sorprendió con una noticia que me noqueó: los Lakers me habían traspasado a los Dallas Mavericks. Le pedí si me lo podía repetir, convencido de no haberlo entendido bien.
-Acabo de hablar con Mitch Kupchak- dijo Jeff. Está enormemente agradecido con todo lo que has aportado a la franquicia, pero te van a traspasar.
Cómo es natural, preferí ahorrarle que me había pasado la noche anterior esnifando cocaína.
Me había montado la ingenua película de que después de todas las adversidades que había padecido en mi paso por el equipo, jamás me traspasarían . Estaba seguro de que la ultima camiseta que vestiría sera la de los Lakers. Los Ángeles era mi segunda casa y yo me iba a retirar siendo un Laker, lo tenia clarisimo.
El traspaso me destruyó mentalmente, y vislumbre como el año más miserable y menos productivo de mi carrera me acechaba como un tren de mercancías a punto de descarrillar. Por muy sobrio y en muy buena forma que hubiese estado no habría sido capaz de aportar absolutamente nada a los Mavericks. Mi amor por el baloncesto se había esfumado. Mi naturaleza competitiva se disolvió como un azucarillo en un vaso de agua, y mi cabeza se quedó despoblada de cualquier pensamiento positivo.
Por su fuera poco, estaba por debajo de mi peso ideal, estresado y auto-medicado. La ira me consumía.
No quería estar en Dallas, simple y llanamente. Pero decidí ser honesto y le confesé a Cuban que no estaba bien mentalmente. "
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