El penal contra Argentina por Corea-Japón 2002 según David Beckham
- Andres Alarcia
- 7 dic 2023
- 3 Min. de lectura
En su libro David Beckham, mi vida, el ex Manchester United explicó sus sensaciones al convertir el penal contra Pablo Cavallero, en una especie de revancha por lo sucedido en Francia 1998.

Foto David Beckham Selección Inglaterra Corea-Japón 2002
Así lo contó:
"Alcé la vista: a unos veinte metros de donde me encontraba, el balón seguía avanzando y, de pronto, Michael Owen lo recibió en el área, recortó a Pochettino y éste puso la pierna cuando Michael pasó a su lado.
-Penalti.
Estoy seguro de haberlo gritado. Sé que toda la afición de Inglaterra lo hizo. Cuando vi que Michael caía, supe que Collina lo vería y que tendría el valor suficiente para concedernos el penalti. Había tenido la entereza necesaria para seguir adelante con el partido cuando yo le había gritado por mi falta. Tuve la sensación de un dejavú: sabía que iba a marcar. Había hablado con Victoria sobre un gol ganador y de que al final olvidaría lo de Simeone y Sain-Etienne. ¿No había soñado con esa escena la noche anterior? ¿O había visto lo que estaba a punto de ocurrir justo antes de que ocurriera? Con la misma rapidez que esos pensamientos me asaltaron, me abandaron. Tenía que conseguir el balón. Tenía que ser el que marcase. Fue como si tuviera un nudo en la boca del estómago: miedo. Y no era exactamente una voz que escuchase en la cabeza, sino el hecho de darme cuenta, justo en ese momento, de lo siguiente:
"Todo lo que he hecho en la vida, todo lo que me ha ocurrido, todo se encaminaba a este momento"
Sabía que Michael estaría preparado para lanzar el penalti.
-¿Quieres que lo tire yo?
-No. Lo tiraré yo.
Y allí estaba yo, con el balón en las manos, colocandolo en el punto del penalti. "¿Que he dicho? ¿Que he hecho?
Me alegraba que Collina fuera el colegiado, él no iba a dejar que nadie se inmiscuyera en su trabajo en Sapporo. Los jugadores sudamericanos son muy buenos presionando al contrario, intentan intimidarlo y descolocarlo. Tengo buenas razones para saberlo mejor que nadie, así que no me sorprendió. El árbitro, el portero y Diego Simeone, todo estaban delante de mi, entre la portería y yo. Retrocedí dos o tres pasos. Simeone pasó justo por delante del balón , hacía mi. Se detuvo y me tendió la mano como esperando que se la estrecharse. "¿Debería hacerlo? Ni hablar."
Miré más allá de él, a través de él, hacia la portería, intentando borrarlo. Luego, cuando me volví, Butty y Scholsey se acercaron por detrás y apartaron a Simeone. "Mis compañeros, asi me gusta".
Miré el balón antes de empezar a correr. Todo se sumió en un completo silencio, me daba vueltas, tenía los nervios a flor de piel.
"¿Qué está pasando? No puedo respirar.
Recuerdo que tomé dos grandes bocanadas de aire para intentar calmarme y no perder el control de la situación. Mis últimos dos penalties habían sido con el Manchester, había lanzado el balón justo por en medio de la portería y los porteros, al lanzarse a un lado, tu lo habían rozado. "Vuelve a hacerlo ahora, David". Estaba demasiado nervioso como para intentar una artimaña. Y no lo estaba solo por mi. Lo importante era el equipo que capitaneaba. Nunca antes me había sentido tras presionado. Corrí hacia el balón y lo lancé hacia la portería con todas mis fuerzas:
-"Dentro"
El clamor
-"Dentro"
No es que fuera el mejor tanto de mi vida, pero para mí, para todos nosotros esa noche fue absolutamente perfecto.Corrí hacia él, lo chuté y -sabiendo de forma instintiva que era gol- seguí corriendo hacia el banderín del córner. Los nervios, la presión y los miedos del pasado desaparecieron. En ese par de segundos posteriores a que el esférico se colara en el fondo de la red argentina, vi los flashes que se disparaban en el campo.
Cada vez que un pequeño fogonazo desaparecía enguillido por la confusión y el colorido de las gradas, arrastraba con él todo lo que había ocurrido, lo que se había dicho y escrito desde mi tarjeta roja en Saint-Etienne, hacia la lejanía del cielo nocturno. La expresión del rostro de mis padres en Heatrhrow cuando volví a Inglaterra, esa foto de un monigote mio colgando a la salida de un pub, los abucheos de la multitud en Upton Park y todo lo demás había desaparecido. La película que había estado viendo durante tanto tiempo llegó a su fin, se consumió.
Dejé de pensar en ella por primera vez en cuatro años."
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