La británica, en su libro Mi Cuerpo, comentó su visión sobre el trabajo de modelo y todo lo que lo rodea. "De repente parecía que eso definía quién era yo" escribió.
Foto Emily Ratajkowski
Así describía la británica:
"Desde la escuela, el modelaje para mi había sido solo un trabajo, y de repente parecía que eso definía quién era yo. Me daba muchísima rabia. Siguiendo en la linea de esa relación pasiva con mi trabajo, firmé para aparecer en películas que no me interesaban nada y me convertí en modelo para marcas que me parecían sosas.
Entre las frecuentes sesiones de fotos y los viajes, dedicaba demasiado tiempo a internet, a estar en la cama y a salir a beber con gente que no me caía particularmente bien. Sabia que para los estándares de casi cualquiera debía ser feliz. Habia logrado lo que lo que en teoría quiere toda aspirante a actriz y modelo: ser famosa por su belleza y su capacidad de atracción.
Y en muchos sentidos, mi vida cambio. Gente desconocida me saludaba con entusiasmo. Hombres famosos que de pequeña me habían tenido enamorada me tiraban los perros. Mujeres hermosas me hablaban como si fuera una de ellas. Salía en portadas de revistas, me invitaban a fiestas glamurosas que nunca había soñado asistir".
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