En su libro Lamar Odom, Memorias, el neoyorkino manifestó su admiración a la leyenda del básquet yankee (23-8-78 al 26-1-2020). "Kobe lo hacia todo con la mirada puesta en alcanzar la perfección" subrayó el ex LA Clippers.
Foto Lakers Odom-Bryant NBA
Así lo definía:
"Claro que había una persona allí que ya estaba más en forma que nadie. De hecho, no creo que hubiera estado en baja forma en ninguna de sus primera ocho temporadas en la NBA. Me quedé asombrado por cómo se cuidaba físicamente. A sus veintitrés años, con tres anillos NBA y seis apariciones en All-Star, la asension meteórica de Kobe Bryant continuaba imparable y se había ganado a pulso la fama de mejor jugador de la liga.
Kobe lo hacia todo con la mirada puesta en alcanzar la perfección.
Desde cómo acondicionaba su cuerpo y su mente, pasando por un consumo religioso de vídeos de baloncesto, hasta su endiablada manera de competir. Era digno de admiración. Cuando estabas cerca de Kobe, una de dos, o te contagiaba o te rayaba. Él marcaba el tempo, y el trabajo de los demás consistía en adaptarse.
Kobe era ultra competitivo, ya fuera jugando partidillos improvisados o al veintiuno, y se enfurecía cuando perdía o , aun peor, cuando la derrota era culpa de la negligencia de algún compañero.
Kobe hablaba mucho. Reprendía a compañeros y a adversarios por igual, y aflojaba codazo en mitad de sus monsergas. Una vez abandonaba el gimnasio, el ambiente cambiaba considerablemente.
Se lo tomaba súper serio. Si los partidillos improvisados empezaban a las once de la mañana, lo más probable es que Kobe llevara en pie desde las cinco. O sea, la misma hora que yo regresaba a casa algunas noches.
Nunca he tenido otro compañero con la energía que tenia Kobe. Ni si quiera la perdió cuando su vida personal se convirtió en todo un pandemonio. Yo sabia que estar cerca de alguien tan competitivo como Kobe seria perfecto para mi. En aquellos primeros días de partidillos y entrenamientos, Kobe seriamente a todos los compañeros a su "proceso de escrutinio", como lo bautizaba él mismo. ¿El objetivo? Ver de qué estaba hecho cada uno.
se dedicaba a echar pestes y soltar mierda para ver cómo reaccionábamos. Era hardcore que te cagas. Para él solo eras alguien cuando así lo demostrabas. Y si te ponías nervioso y no encajabas bien sus embestidas, perdías puntos inmediatamente. Entonces, redoblaba la ofensiva con el único propósito de dejarte seco. Si no confiaba en ti en los entrenamientos entonces tampoco lo hacia en los partidos. Claro que yo soy de Queens, así que nada de lo que decía me resultaba extraño. "
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