Tras el Mundial Corea-Japón 2002, Ariel Ortega fichó en el Fenerbahce de Turquía, en lo que seria una larga pesadilla en su carrera. Audiencias,abogados, mediaciones y estudios jurídicos. "Estaba pagando fortunas en abogados y no había una resolución en lo inmediato" supo narrar el ex Parma (ITA).
Foto Club Fenerbahce Ariel Ortega
Así lo relató el propio Ortega:
"Una mañana me levanté harto de que no se resolviera la cuestión, tomé mis cosas y me fui al Aeropuerto a tomar el primer vuelo que saliera para Buenos Aires. Aproveché una citación para jugar con la Selección Argentina y me embarqué sabiendo que ya no volvería. Sin querer, me estaba yendo en una suerte de huida clandestina, porque nadie sabia lo que realmente estaba por hacer. Me había asegurado de no contarles absolutamente a nadie la resolución que había tomado. Las horas en el Aeropuerto no pasaban más y ese tiempo, entre que haces los tramites para embarcar y abordás el avión duró una eternidad. Sabia que me estaba metiendo en un problema grande, porque abandonar Turquía de esa forma era algo que no me iban a perdonar.
Cuando terminé de jugar con la Selección le avisé a mi representante que no volvería y ahí se pudrió todo. Al otro día me llamaron para que me presentara en la AFA: los turcos habían presentado una demanda ante la comisión de legales de la FIFA y me inhabilitaban para jugar al fútbol en otro club mientras durara el contrato con ellos. Encima la FIFA les daba la razón. A partir de ahí supe que la cosa iria para largo y que la rescisión del contrato seria muy costosa. Me había metido en un quilombo grande y empezaba a pagar las consecuencias porque durante ese tiempo que estuve inhabilitado me la pasé yendo a audiencias, mediaciones y visitando estudios de abogados.
Ese ir y venir empezó a consumir una parte importante del patrimonio que había reunido en la última década como futbolista. Siempre digo que fue una etapa que podría haber evitado y en la que fui la principal victima, pero es importante que sepan que todo fue orquestado por mi representante y los dirigentes de River. A fin de cuentas terminé perdiendo plata y tanto River y el Parma, como los que hicieron el negocio, se llenaron los bolsillos a costa de mi laburo.
Estaba pagando una fortuna en abogados y me daba cuenta que no había una solución a corto plazo. Esos días fueron fatales porque vivía triste y me la pasaba llorando, encima, lo único que me hacia no pensar y mortificarme era entrenar, pero como figuraba como jugador del club turco, estaba impedido de entrenar en otra institución hasta que se resolviera el litigio.
De la única forma que se podía arreglar era que Julio Humberto Grondona, Presidente de AFA y Vicepresidente de FIFA, se involucrara de lleno en la resolución del conflicto. Cuando pasó todo el quilombo, al primero que fui a a ver fue a Grondona, que en mis épocas de Selección Argentina me trataba bien. Una tarde fui a su despacho y cuando me recibió me dijo sin anestesia:
-Te mandaste una cagada. Ahora vas a tener que arreglártelas solo.
Cuando escuche eso, supe que estaba condenado. Salí llorando de la AFA, puteando contra todos los que se había aprovechado de la situación. Ese 2003 y 2004 fueron años de mierda.
Para un tipo hiperactivo y ansioso, que disfrutaba de jugar, entrenar y concentrar, la inactividad fue mi peor enemigo, más que los abogados, los dirigentes y todos los que querían sacar provecho del tema. Tenia 30 años y estaba inhabilitado para jugar".
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