En su libro Lamar Odom, memorias, el nuyorkino relató porqué Estados Unidos con jugadores NBA no rindió cómo se esperaba. Por si alguno no lo recuerda, la Argentina le ganó sin problemas en un plantel con LeBron, Allen Iverson y nuestro protagonista.
Foto Team USA
Así lo contó:
"Sin embargo, sobre la cancha, la historia seria completamente distinta, ya que aquel combinado nacional de 2004 se convertiría en una de las mayores decepciones del baloncesto olímpico estadounidense de la historia. No estuvimos cohesionados, no encontramos la tecla.
El nuestro fue el único equipo olímpico desde Barcelona 92, el año en que Estados Unidos empezó a mandar jugadores profesionales a las olimpiadas, que no consiguió hacerse con la medalla de oro.
La Selección USA nunca había perdido tantos partidos en una competición olímpica como nosotros con nuestras tres derrotas, entre ellas la paliza que encajamos contra Puerto Rico, la derrota más abultada jamas registrada por la selección olímpica estadounidense: caímos por 19 puntos.
Lo que sucedió fue que, desde el principio, nadie compartió ni el estilo ni las rotaciones de nuestro entrenador, Larry Brown. Era un míster autoritario a la vieja usanza, y sus manera se cargaron la ilusión de muchos chavales. Se supone que jugar al baloncesto en verano es una experiencia divertida. Brown prescindió de talentos en ciernes como LeBron y Melo y D-Wade, en favor de veteranos como Shawn Marion y Richaerd Jefferson. LeBron, Melon y D-Qade estaban tan rayados que una noche se reunieron en la sala de ordenadores del barco a medianoche y se pusieron a buscar frenéticamente el calendario de partidos de la siguiente temporada de la NBA para ver cuando iban a jugar contra Marion y Jefferson.
Regresamos a casa con una medalla de bronce que nadie quería. Fue duro no rayarse con aquel decepcionante resultado, y muchos de nosotros tardamos en desquitarnos.
En el lado positivo, yo completé una muy buena actuación y terminé erigiendome en uno de los jugadores más consistentes. Promedié 9,3 puntos, 5,8 rebotes y 57 por ciento en tiros de campo, además de ser titular en los ocho partidos que disputamos.
A pesar de que no fuera una medalla de oro, yo me quedé súper feliz de llevarme una medalla. Era un símbolo a muchos niveles de lo lejos que había llegado.
Al volver a casa, se la regalé a mi hijo L.J y él la guardó en su cómoda y ahí sigue. "
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