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Cómo llegó al éxito Jerry Buss

  • Andres Alarcia
  • hace 18 minutos
  • 4 Min. de lectura

El excéntrico y mujeriego dueño de Los Ángeles Lakers, antes de meterse en el mundo deportivo, tuvo que sumergirse en el barro para cumplir sus sueños.

Foto Jerry Buss Magic Johnson Lakers


Así definen a Jerry Buss:

"Nacido el 27 de enero de 1933, Buss tenía trece años cuando se mudó con su familia desde el sur de California a Kammerer, en el estado de Wyoming, una ciudad de 2656 habitantes conocida por ser el lugar donde, en 1902. se había fundado la J.C.Penney Company. Su madre, Jessie, y su padre, Lydus, ambos contables, se habían divorciado cuando él era aún un bebé y la infancia de Jerry fue dura en lo personal y en lo económico. Vivía con su madre, su padrastro, Cecil Brown, su hermanastro, Mickey, su hermana por parte de su madre, Susan y su otro hermanastro, Jim, en una casa con seis habitaciones.


"Recuerdo hacer cola en la oficina de empleo con mi saco de tela barataq-explicaba Buss- y tener que comprar chocolate con leche en vez de chocolate blanco porque costaba un centavo menos". Para ayudar en casa con los gastos, Jerry trabajó de todo: de limpiabotas, de botones en el Hotel Kemmerer y colocando los bolos en la bolera local. Tanto él como su mejor amigo, Jim Dover, trucaban la tragaperras del hotel y con ese dinero se compraban unos pasteles de plátano. "Jerry era muy práctico-afirma Reymond Baro, compañero suyo de clase-. Si podía trabajar en algo y ganarse así un dólar más, no se lo pensaba"


En un principio, Buss no pensó en ganarse la vida como empersario de éxito, sino como jugador. Era un buscavidas del póker y una vez le ganó a su profesor de instituto diez partidas seguidas a cincuenta dólares la mano. Durante algunos meses, abandonó la escuela para trabajar en la Unión Pacific, ayudando en la construcción y el mantenimiento de vías férreas. Era un trabajo horrible."Cada día, había dos o tres peleas-asegura Buss-. Para un chico de dieciséis años, era algo que llamaba la atención. Nunca sabías de lo que podían ser capaces esos tipos. Lo mejor era estarse con la boca cerrada"


Pasados cuatro meses, Buss se fijó en un anuncio en el que pedían químicos para trabajar en la administración pública. El sueldo era muy superior a lo que ganaba en la vía del tren y eso lo motivó a volver al instituto para acabar sus estudios y-tras una pelea con su padrastro- mudarse a casa de su profesor de ciencia, Walter Garrett, a quien Buss siempre se refirió como su "fuente de inspiración. Garrett vio el talento oculto de Buss y lo apuntó a una prueba nacional de ciencia patrocinada por Bausch & Lomb. Eso le valió a Buss una beca para la Uniersidad de Wyoming. "Garrett me cambió la vida"-afirma Buss-. El colegio no me entusiasmaba, me resultaba demasiado fácil, aunque no sacaba malas notas, fue él quien me animó a seguir y acabé consiguiendo una beca"


En el campus de Laramie, en Wyoming, Buss no era un estudiante más. Solicitó estudiar al mismo tiempo álgebra, trignonometría y geometría analítica y consiguió el grado de química en solo dos años y medio. No le recuerdo ni un solo error en ningún examen, fuera parcial o final-explica Kenneth Doi, compañero de clase y amigo de Buss-. Eso no lo hace cualquiera. Siempre sacaba un diez. Sus excepcionales notas le valieron una sucesión de ofertas para hacer el postgrado de todo tipo de universidades: Harvard, Michigan, Caltech, la Universidad del Sur de California.... su amor por el fútbol universitario y la promesa de buen tiempo todo el año hicieron decantarse por la última.


Una vez completado su doctorado y su máster en 1957, Buss se mudó a Boston para trabajar en una empresa de consultoría llamada Arthur D.Little. Llegaba a la oficina a las nueve de la mañana, se tomaba su pausa de una hora para comer, volvía a la mesa... y sentía como cada minuto se le hacía insoportable.


En 1958, Buss le preguntó a Frank Mariani, maigo e ingeniero aeroespacial, si le interesaba invertir algo de dinero en un pequeño edificio de apartamentos en el oeste de Los Ángeles. A Mariani le pareció buena idea y cada uno empezó a ahorrar 83,33 dólares al mes hasta que (con la ayuda de varios amigos) consiguieron el dinero suficiente para la entrada de un crédito con el que comprar el edificio de catorce casas. Pronto, esa única propiedad se convirtió en dos, de dos a cuatro... y para 1962, ya no eran cuatro sino cientos. Los dos hombres-bajo el nombre oficial de Mariani-Buss Associates- se hicieron de oro comprándoles a los bancos sus edificios abandonados y dándoles un nuevo uso comercial. El chico que llegó a vivir en una sala de billar se había convertido en multimillonario: los amigos que empezaron con una sola inversión poseían ya más de 700 propiedades repartidas entre California, Arizona y Nevada. "

 
 
 

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